martes, 13 de diciembre de 2011

Diez minutos...

¿Alguna vez has nadado contra una corriente?

Te cuento que es excitante sentir el reto de lograr superarla, de llegar donde comienza el brote del agua y salir victorioso…. De al fin dominarla. Una adrenalina invade tu cuerpo y tu objetivo se reduce a ganar.

En el trayecto de ganarle a la corriente, tu cuerpo se tensa, se lastima. Tus brazos se entumecen. Tus piernas se adormecen. Tu aire se corta, tu boca jadea y tu pecho se aprieta. Te consume las energías, te deja abatido…mientras tu obstinado, resentido, no te rindes por que piensas que si luchas con las suficientes fuerzas lograras dominarla.

Pues creo que a veces si, a veces no. Hay veces que la corriente es transitoria, de poca intensidad, tiene un flujo de agua tenue y solo se trata de un pequeño obstáculo para llegar al final. Hay veces que se trata de una corriente fuerte pero no implacable, de esas que requieren trabajo y dedicación…madurez y esperanza, por que sabes que aun vale la pena alcanzarla. Pero hay veces que la corriente están fuerte y arrolladora, tan contundente e indominable, que el obstinarse a superarla no es una opción inteligente. Tratar de ir en contra de ella, puede significar que te pierdas en el trayecto, que te hiera contundentemente y hasta que te ahogue en su turbulencia.

Es ese tipo de corrientes donde una vez aceptas que has perdido la batalla contra ella, te elevas del suelo, abres tus manos…flotas y te dejas llevar.

Y sufres y lloras… por impotencia, por orgullo, por soledad, por distancia, por un deseo obstinado, por un amor ahogado, por sueños rotos, por lo que pudo ser y no fue,
porque si…o porque no.

Pero al final entenderás que ganar no se reduce a ser el primero y que a veces perdiendo se gana…

Y con analogías de aguas, corrientes y lágrimas,

Es así como nació esto…


Diez minutos…


Calla y mírame,
Y ahoga tu coraje, tu ira, tu odio.
Y date cuenta que soy yo,
Aquella niña que dormía en tu pecho
y soñaba con tu voz…


Calla y mírame,
Y observa que ya me rendí,
Que hace diez minutos
Abandone mi turno de refutar y herir.

Y ahora solo observo la perfección de tu cuerpo,
Y como tu cuello se tensa al gritarme,
Como tus manos enjuagan tus lágrimas.

Porque al igual que yo entendiste,
Que no funciona, que se acabó.
Y rujes de impotencia, de dolor
Porque sabes que no hay opción.

Calla y mírame,
Y acepta que nos perdimos
Que ambos somos responsables
Que el amor haya huido.

Calla y mírame,
Solo abrázame y déjame llorarte,
Que mis lágrimas rodeen tu hombro
Y caigan al vacío.


Y aquí dentro de tu abrazo,
Siento tus lágrimas
Inundando mi cuello.


Y es aquí donde aceptamos
Que amor ya se ha ido, que ya se ha marchado…
Que tu boca no me pertenece, que mi cuerpo ya no es tuyo,
Que el amor se nos diluyo en las manos,

Déjame ir amor mío… que ya hace diez minuto, yo te solté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario