jueves, 22 de abril de 2010

Quiero...

Zapatos…. Mi única y abrumadora adicción. Recientemente acabo de conmemorar mi natalacion numero 23, era de esperarse que en una noche llena de estrellas, un clima perfecto de esos que solo se ven en el trópico y 3 amigas con un poder de convencimiento digo de agentes de CIA, me incitaran hacer lo que mejor se hace en el Caribe; bailar, tomar y reír. Ante esta irrevocable invitación, me dispuse a combinar perfectamente lo que seria mi atuendo con mis zapatos. Allí sentada delante de ellos, observando como poco a poco se apoderan de cajones y paredes, una afirmación me hizo desbocarme en una gran sonrisa…

¡ Si cada uno de estos zapatos hablaran… !

Comenzarían las sandalias, seguramente te contarían de aquel día en la playa en donde el alcohol, la risa y el baile provocaron una perdida de sentidos y con ellos mi balance, haciéndome caer, tragar y respirar arena, todo esto delante de un sapo(hombre) de hermosa sonrisa y ante unas amigas alcoholizadas que ni percataron mi súbita ausencia.

Mis tacones turquesa… te contarían de aquella noche en la prácticamente corrí el maratón San Blas… y todo para que un corazón que latía por mi no resultara herido al verme feliz y plena ante nueva compañía.

Y finalmente mis zapatitos de charol… esos te dirían como es el sabor de mis lágrimas, te contarían de la noche de un desplante conmemorable en el cual un corazón salio baliado, los sueños ultrajados y un alma latía a carne viva.

En fin… historia llenas de mágicos contextos, días llenos de un brillante Sol, días llenos de sofocantes lluvias, noches llenas de lentejuelas, noches embrigadas de nostalgia. Una vida llena de decepciones, alegrías, fracasos, grandes sonrisas y profundas lágrimas. Días y noches que narran una vida… la mía.

Y es así como nació esto…

Quiero…

Quiero tener tantas certezas como dudas…

Quiero conocer el mundo, No por historias o libros…
Sino por que mi piel haya sentido cada calor o cada frió.

Quiero tirarme a un vació…
Y sentir que la adrenalina invada mis pies, mi pecho y mi boca.

Quiero pasear en Paris…
Detener a un extraño y posar un beso en sus labios.

Quiero bailar…
Hasta que el cansancio me desplome en la arena.

Quiero encontrar al ser,
Que refute mis argumentos y me deje indefensa.

Quiero gritar hasta que mi voz se quiebre,
Escribir hasta que me falten manos,
Y soñar hasta que el cielo y el mar se unan…

Yo solo quiero que al llegar a casa…
cada uno de mis zapatos, tenga una historia que contar…

martes, 6 de abril de 2010

Recuerdame...

Era un día de esos en cual la rutina es la protagonista, nada de especial, dramático o contundente. Lo único fuera de contexto era la avería de mi carro que me obligó muy a mi pesar tomar el tren a la ciudad. Iba por el camino disfrutando de un buen libro, de esos rosas y con mucha azúcar que te ponen a soñar. A mi lado percibo un fuerte olor a alcoholado de esos con que se perfuman los señores de la tercera edad. Enojada por tan particular y penetrante olor, alzo mi mirada para ver el rostro de quien súbitamente interrumpió mi concentración y dejarle saber solo con un gesto que realmente su presencia me era insostenible.

Unos ojos azules rodeados de espesas pestañas negras que contrastaban grandemente con lo blanco de su cabeza, me enfocaron súbitamente. Tenía arrugas que rodeaban toda su cara y una gran sonrisa blanca con dientes que denotaban grandemente que no eran reales. Ese hombre de aproximadamente 75 años de edad abrió la boca para decirme lo que a mis 22 años ha sido el cumplido mas hermoso que alguien me ha dicho.

– Usted es radicalmente hermosa- concluyó.

El resto del camino lo pase totalmente fascinada por la historia de amor que vivió con su adorada esposa. Un amor tan fuerte que percibías la veracidad de su historia con solo ver como su cara se iluminaba al hablar de su Amanda. Recordaba el bolero que sonaba la radio cuando la vio por primera vez, cada lunar en su cara, su color y comida favorita, recordaba que cualquier enojo por profundo o fuerte que fuera se le borraba de la mente al regalarle tulipanes rojos, y hasta como y cuando sus ojos se cambiaban de verdes a grises dependiendo la ropa que tuviese o como el Sol alumbraba ese día. A ese hombre el amor se le salía por cada poro, a pesar de los largos años se notaba el profundo estado de idolatría que tenia por su amada.

El camino se me hizo muy corto y de repente mi parada llego, me levante súbitamente y me despedí del hombre de ojos azules y gran personalidad. Ya en la puerta solo pude decir…

-¡saludos a su adorada Amanda…!- a lo que el hombre contestó…

- salúdala tu misma, te esta observando desde el cielo, la perdí hace 10 años…-

La puerta se cerró, mis ojos se inundaron de lagrimas y no pude evitar una tristeza que me invadió todo el día.

Esa noche llegue a mi cama y una y otra vez soñaba con la dulzura de cada palabra y lo absolutamente devastador que seria perder a la razón que te da vida,; me levante de golpe y con una gran nostalgia las palabras se desramaban sobre el papel….

Y es así como nació esto…. Es la primera carta de Amanda a su amor…
(El hombre de ojos azules jamás dijo su nombre)

Recuerdame…

Cuando la lluvia caiga…
Recuerda cada martes bajo la lluvia de abril.

Cuando el Sol salga…
Recuerda la arena, el agua y la sal en mis labios.

Cuando el frió te arrope…
Recuerda la hoguera, el vino y el calor de mi cuerpo.

Cuando te tienten las lágrimas…
Recuerda mi sonrisa al burlarme de tus dedos.

Cuando me eches de menos…
Recuerda mi abrazo y como mi pecho tiembla al tenerte cerca.

Cuando sientas el viento…
Recuerda mis caricias bailando en tu cuerpo.

Y ni por un momento te atrevas a pensar que te olvide, por que soy yo, quien brinca en las nubes para que la lluvia te bañe y quien te habré un espacio en ellas para que sientas el Sol.

Solo recuerdame amor mío… por que acá arriba vivo colgando en una estrella, bailando en la luna y volando hacia el Sol.

Vivo esperándote, para hacerte el amor en una nube…